Álvaro Leyva Durán, el político que salió del frío

Por YEZID ARTETA *

En noviembre de 2011 Lucio Magri, fundador de la revista y posterior diario italiano Il Manifesto, se quitó la vida en un cantón suizo. Lo hizo mediante el suicidio asistido luego de la pérdida de su esposa. Magri, autor de El sastre de Ulm —lectura autobiográfica que recomiendo para entender la singladura de los comunistas italianos—, estaba al límite de su producción intelectual. No tenía más nada que decir y escribir. 

Un año después el genial cineasta parisino Jean-Luc Godard, una de las figuras más destacadas de la Nouvelle Vague, hizo lo mismo en una comuna suiza situada a orillas del lago Lemán. Luego de dirigir más de 130 películas, Godard puso fin a su vida. “No estaba enfermo, estaba agotado”, dijo un portavoz de la familia. Es mejor irse o retirarse dignamente antes que hacer el ridículo, desvariar o echar la baba en el geriátrico en el que te han abandonado unos hijos despiadados y desagradecidos. “No es posible obtener imágenes nítidas cuando las ideas son difusas”, expresó Godard en vida. 

Creo que Álvaro Leyva Durán, arquetipo del político colombiano al uso, está en ese momento de la vida en que es común maridar la realidad con la ficción. Lo digo por un disparatado mensaje que colgó en la plataforma del señor Elon Musk en el que se vislumbra como una especie de Alec Leamas, el personaje de John Le Carré en El espía que surgió del frío. Leyva Durán que, para bien o para mal ya es historia, quiere llamar la atención en un país en el que el presente quiere echarle un carpetazo a esa nefasta política basada en la conspiración y el gangsterismo.

Una señora —que lo conoce desde la época en que el exministro conservador iba hasta el cañón del río Duda a ofrecerle espejitos y escapularios a Tirofijo y Jacobo Arenas, amén de vender almanaques con retratos de mujeres semidesnudas para completar su sueldo de funcionario público— dijo riéndose en una reunión que Leyva Durán es “un hombre que se inventó a sí mismo”. Un político listo que creó un personaje conforme a la estupidez y los delirios de la mayoría de los operadores políticos colombianos.

No aconsejo a Leyva Durán que siga los pasos de Magri y Godard. Para dar ese paso se necesitan arrestos, decoro y carácter, tres propiedades que escasean entre los operadores políticos colombianos, más si son cachorros del llamado Frente Nacional, una dictadura bipartidista que vendieron como alternativa a la democracia. Pero sí podría arrendar con sus ahorros de excanciller un chalet a orillas del lago Lemán para que responda a las treinta preguntas que le dejó el periodista Daniel Coronel en las redes. Con unos buenos binoculares puede también observar la espléndida Villa Diodati en la que en el verano de 1816 Mary Shelley concibió la novela gótica Frankenstein y John Polidori escribió El vampiro. Juntando verdades a medias y un montón de mentiras con breves alucinaciones, podría, doctor Leyva, armar su propio Frankenstein.

Bienvenido, señor Álvaro Leyva Durán, a la literatura de ficción 
 

@Yezid_Ar_D

 * Tomado de la revista Cambio Colombia

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