La memoria es frágil. Por allá en 1979 encontré en la biblioteca del Colegio Cafam, donde cursaba tercero de bachillerato, el libro “Colombia Amarga”. En esas crónicas, donde se dibujaba la dura exclusión y la pobreza, supe que los “Siervo Sin Tierra” seguían presentes en la vida de Colombia. Ese fue mi primer contacto con la obra de Germán Castro Caycedo.
En 1980 el país se sacudió con la incursión del M-19 a la Embajada de Republica Dominicana. Yo seguía en el Colegio Cafam y en sus aulas me enteré de esta delicada situación. No recuerdo cómo supe de la publicación de la entrevista a Jaime Bateman Cayón, hecha por Germán, por escogencia de su protagonista. Lo que sí recuerdo es que salí a buscarla en el barrio Alcalá en Bogotá, donde crecí, y luego de varios intentos encontré el ejemplar de El Siglo en una droguería, entrevista publicada en varias entregas, las cuales leí con interés, debo confesarlo, no por el entrevistador sino por el entrevistado.
En la TV me encontré con “Enviado Especial” y Germán nos contaba historias de aquí y allá. Y en días recientes encontré en YouTube una entrevista a Álvaro Fayad del año 1984, ya en su condición de Comandante General del M-19 y una entrevista a Gabriel García Márquez en 1976. En ambas se ve su juicio y rigor como periodista.
El M-19 en 1981 intentó entrar unas armas embarcadas en Hamburgo, trasladadas a Panamá para distribuirlas en varios grupos. Uno de ellos en el buque Karina de bandera panameña, con destino al Pacifico colombiano. El buque fue detectado por el Sebastián de Belalcázar de la Armada Colombiana. Los militantes del M-19 Fernando Erazo “Salvador”, Héctor González y Jairo Rubio “Henry”, se negaron a someterse y se enfrentaron por varias horas, hasta que el buque fue hundido, los tres sobrevivieron y le contaron la historia a Germán y quien luego de la respectiva investigación periodística publicó El Karina, en 1985, el cual leí con interés.
En las correrías por las pequeñas librerías de la calle 45 arriba de la carrera 24 en Bogotá, me encontré En Secreto. Ya es el nuevo milenio, allí está la entrevista a Jaime Bateman y otra a Jaime Arenas, destacado dirigente estudiantil de la Universidad Industrial de Santander (UIS), quien está en la primera generación de militantes del ELN, cercano al padre Camilo Torres Restrepo. Jaime Arenas deserta del ELN ante la criminalidad que cobra la vida de sus propios integrantes, es capturado y preso, y lo entrevista Germán en 1969, dejando un testimonio de rico valor, que luego desarrollaría en su libro La Guerrilla por dentro, por el cual fue asesinado por el mismo ELN, en una calle bogotana en marzo de 1971.
Cuando escribía la historia de la colonización campesina del Sarare -Arauca- en el año 2009, tuve la grata sorpresa de encontrar la referencia de dos crónicas de Germán para El Tiempo, donde narra esa lucha campesina, por un paro cívico desarrollado en febrero de 1972. Allí está su sensibilidad y compromiso con la Colombia Amarga.
El último libro que compré de Germán es Nuestra guerra ajena, publicado en 2014 por Editorial Planeta, que bajo una nueva dirección cumple con el compromiso de publicarlo, corrigiendo el exabrupto de una anterior dirección que se negó a publicarlo. Allí Germán desarrolla un panorama sobre el desarrollo del narcotráfico en Colombia y el involucramiento de mil formas de los gobiernos de Estados Unidos, en una guerra que sigue hasta el día de hoy y donde Colombia sigue colocando sangre sudor y lágrimas.
No tuve el gusto de tratar a Germán Castro Caycedo, quien ha estado muy presente en mi vida. Es un justo reconocimiento que una sala del edificio de RTVC lleve su nombre. Sin duda fue un gran hombre y un extraordinario periodista, que nos deja su vida y obra.