Por AUGUSTO CUBIDES*
En medio de la polémica que se suscitó con la negativa del presidente Petro de recibir colombianos deportados de Estados Unidos en condiciones inhumanas, como llegar encadenados y sin sus pertenencias, hay un pedazo de esa historia que la prensa colombiana, rápida y feroz para criticar al presidente de Colombia por su posición digna frente a la decisión de Trump, no le reveló con todas y sus verdaderas implicaciones a la opinión pública y a la sociedad en general.
Desde el 20 de enero, Marco Rubio fue designado por Trump como el nuevo Secretario de Estado de su gobierno. Hijo de inmigrantes cubanos, es el latino con el cargo más importante en la historia política de esa Nación. Es, sin duda, quien le habla al oído a Trump sobre los países al sur de su frontera.
Rubio de 53 años nació en Miami. Es abogado, fue elegido por primera vez en el año 2000 para la Cámara de Representantes. En 2009 llegó al Senado, desde donde se ha destacado por promover el derecho de los norteamericanos a portar armas, la oposición al aborto en cualquier circunstancia y ha sido un ferviente opositor a cualquier tipo de amnistía para los inmigrantes.
En otras palabras, un representante férreo de las ideas de derecha que buscan pisotear la dignidad de la gente y recortar derechos conquistados por la sociedad estadounidense.
Quienes conocen su familia cuentan que sus padres llegaron a Estados Unidos procedentes de Cuba sin un solo peso y sin hablar el inglés. Su papá fue camarero en Las Vegas y su madre limpiaba pisos en un hotel. Una historia que contrasta con su posición frente a los migrantes de hoy que, como siempre y como sus padres, salieron y salen de sus países en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Como lo ha expresado el presidente Petro, “a esto se le llama la teoría de la escalera: si logras beneficios, tiras la escalera para que la gente como tú, no suba, no escale…”.
Rubio también se ha destacado en su carrera política por ser un partidario de crear nuevas áreas a la exploración petrolera en beneficio, obviamente, de los Estados Unidos, sin miramientos frente al impacto que tiene en la grave crisis climática.
Pue bien, el nuevo Secretario de Estado habló esta semana de Colombia y del Presidente Petro. En una entrevista a un medio de ese país dijo que él cree que “a la abrumadora mayoría de la gente en Colombia (…) ni siquiera le gusta su presidente. Quiero decir, este tipo tendría hoy elecciones y perdería, es impopular en Colombia”.
Esta declaración es, sin duda, una intervención descarada en la política interna de nuestro país y más viniendo del jefe de la diplomacia de Estados Unidos.
Ante esto la prensa colombiana no ha dicho una palabra. ¿Por qué no se habla de esta, repito, descarada intromisión? ¿Será que para ciertos grupos económicos priman, como lo dijo el presidente, las mercancías por encima del ser humano?
Los migrantes colombianos en su mayoría son gente decente, no son delincuentes. La dignidad de ellos y la nuestra, así les moleste, no se negocia en el gobierno del cambio.
* Periodista. Asesor de Comunicaciones en la Presidencia de la República. Director del periódico VIDA.