Por HORACIO DUQUE *
Después de la tormenta viene la calma. Tras el agitado primer Consejo de Ministros de cara al pueblo, el realizado ayer salió sin tachas y a la vista de millones de colombianos. Su organización y funcionamiento dejó ver un liderazgo sólido del presidente Petro y la mano organizada de Angie Rodríguez, la nueva directora del DAPRE, quien actuó como Secretaria ejecutiva del conclave.
Este Consejo queda como un hito en el difícil arte de gobernar la enmarañada y compleja máquina estatal colombiana, infiltrada por poderosos intereses oligárquicos y mafiosos.
Cuando el coro de la ultraderecha aturdía con la algarabía del desastre y el fin del mundo, sugiriendo con insidias y narrativas oscuras la debacle del primer gobierno progresista, hete aquí que tenemos liderazgo a la vista de más de 50 millones de ciudadanos.
Según Foucault, el gobierno y la gobernanza de los asuntos colectivos son un reto permanente a la inteligencia y a la habilidad para percibir y encauzar consensos. En manos de un delincuente o un alma perversa como Hitler, Laureano Gómez, Álvaro Uribe Vélez o Iván Duque, todo se va al traste o queda en la deriva de la violencia y el ejercicio despótico del poder.
No estalló en mil pedazos el gobierno. Este Consejo de ministros fue ejemplar por donde se le mire, centrado en la paz para el Catatumbo, región duramente golpeada por la violencia.
Acá, la estrategia para atender las prioridades de la población con los decretos de la conmoción interior; enseguida, la previsión económica y fiscal para financiar los principales proyectos de desarrollo e infraestructura; a renglón seguido, la reconversión productiva de los cultivos de coca; más adelante, los componentes de una transformación territorial que implican reforma agraria, proyectos productivos, justicia ambiental, justicia social, renta joven, renta ciudadana y protección de los derechos de la población, con garantías democráticas esenciales.
Todo en un ambiente apacible y con un tono pedagógico para las familias colombianas, mostrando cómo las cosas se pueden llevar en paz, sin sembrar terror y miedo, a la manera como acostumbra la ultraderecha cavernaria.
Se quedaron con los crespos hechos los pregoneros del desastre y el cataclismo. A cierta izquierda caníbal y escéptica más le vale que se sacuda tanta maleza y melindre dañino que estorba, aunque se disfrace de “sana crítica”.
El Consejo de ministros de anoche fue un campanazo para los enemigos de la reforma pensional, que quieren verla fracasada en la Corte Constitucional por cuenta de los falsos intérpretes del texto. Un campanazo para los corruptos que saquean la salud y pretenden bloquear su reforma. Otro campanazo para los enemigos de la paz, para los golpistas encartados en los estrados judiciales.
Hay vida después del manicomio de las masacres y los “falsos positivos”. Hay vida después del despojo y la corrupción inveterada de las castas que no tienen límite en su codicia.
@HoracioDuque8
* Horacio Duque es historiador y analista político.