Walter Joe Broderick y sus 90 años bien vividos

La primera vez que supe de la existencia de Joe Broderick fue por el año 1980, cuando vi en la revista del Círculo de Lectores el libro Camilo Torres El Cura Guerrillero. El autor era este señor australiano, de padre y madre irlandeses, lo cual sabría años después. Pedí el libro, que fue entregado a domicilio, y lo leí con interés.

La biografía del sacerdote y sociólogo que terminó sus días en las filas del ELN un 15 de febrero de 1965, harían de su autor un hombre reconocido entre miles de lectores que transitamos por la vida de Camilo, de la mano de ese buen trabajo editorial.

Vine a conocer a Joe cuando en el 2003 Antonio Sanguino, en ese momento director de la Corporación Nuevo Arco Iris, me lo presentó y me dijo que le ayudara con una información sobre el proceso de paz de la Corriente de Renovación Socialista, para un texto que estaba escribiendo Joe sobre est, agrupación que se escindió del ELN en 1991.

Mi primera impresión de Joe fue su trato alegre y cálido. Le pasé una carpeta de documentos, le dije que eran una “guaca” y desde ese momento tenemos esa “guaca” como santo y seña para nuestras charlas de quinquenio en quinquenio.

Cuando se cumplía medio siglo de la muerte de Camilo Torres Restrepo, le propuse a Joe una entrevista sobre las circunstancias y el trabajo para la construcción de su bien logrado perfil biográfico. Esa entrevista la realicé con Diego Olivares y fue publicada en febrero de 2016 en la Revista Arcadia, cuando la dirigía Juan David Correa. Le he propuesto a la Fundación Paz y Reconciliación que la vuelva a publicar, ahora que Joe Broderick celebra sus 90 años de vida.

Joe vive en Colombia desde 1967, a los 32 años de edad colgó la sotana de sacerdote católico, ha vivido de manera intensa esta dura Colombia, mantiene su buen humor y calidez, Me alegra poder compartir este cumpleaños 90 con él.

García Márquez quería escribir la biografía de Camilo Torres

Escritor, exsacerdote y dramaturgo australiano, Walter Joe Broderick cuenta de qué manera realizó la biografía de Camilo Torres, cómo el cura fundó el departamento de Sociología de la Universidad Nacional y qué razones lo llevaron al monte como guerrillero del ELN. Allí murió hace 50 años, en Patio Cemento, corregimiento de San Vicente de Chucurí en Santander.

Por DIEGO OLIVARES Y LUIS EDUARDO CELIES

El nombre de Walter Joe Broderick se asocia a Camilo Torres Restrepo. El primero escribió la biografía del segundo, la más leída y reconocida en diferentes ámbitos.

A los 50 años de la muerte de Camilo, ARCADIA habló con el autor colombo-australiano para precisar la manera en que realizó el texto de Torres Restrepo a quien no conoció de manera directa.

Broderick mantiene vivo el recuerdo de Camilo y el trabajo de investigación para construir una biografía que ha mantenido al personaje para la historia y las nuevas generaciones.

¿Cuándo fue la primera vez que usted escuchó hablar de Camilo Torres?

Walter Joe Broderick: Yo estaba en Melbourne, Australia, trabajando en una parroquia. Para ese entonces yo ya había estado en algunos países de América Latina. Había estado en República Dominicana y en el Perú, pero en mi país escuché la noticia de la muerte de Camilo.

¿Cómo se enteró usted, por qué medio?

Me enteré por la radio, donde le dieron un amplio despliegue.

¿Cuál fue su impresión al saber que había muerto un sacerdote de esa manera?

Me impresionó que un sacerdote muriera como un guerrillero y evidentemente, como dieron la noticia, se veía que no era un loco; porque se dijo también que venía de una buena familia, era profesor universitario. Todo eso se escuchó en febrero de 1966.

¿Cuándo y por qué llegó usted a Colombia?

La primera vez que llegué a Colombia fue en 1967. Aún tengo recuerdo que en el 66 fui a estudiar Teología a París, ahí me metí mucho en el mundo de los latinos y conocí a un cura latinoamericano que era de Colombia, que nació en Medellín. Entonces cuando estuve en el Perú, en Cajamarca, en el camino hice escala en Bogotá para visitar a mi amigo de Medellín.

Un año después me vine a dedo como un típico mochilero, ´tirando dedo´ del Perú para llegar a Medellín y para participar en un encuentro sobre la no violencia que organizó mi amigo el sacerdote Gabriel Díaz Duque en la parroquia del barrio Santo Domingo Sabio, que era muy pequeño en esa época.

Estando en Medellín me vine para Bogotá y conocí el movimiento Golconda, y aunque estaba comprometido para trabajar con curas chilenos, decidí quedarme en Bogotá para trabajar por temas de revolución con las comunidades.

¿Cómo se concibe la idea de hacer el libro?

La verdad, yo hice el libro porque me contrataron para hacer el texto. No fue una inspiración mía.

¿Quién lo contactó para hacer el libro de Camilo Torres?

Me contrató una editorial de Nueva York, llamada Doubleday, que llegó a ser la editorial más grande de Estados Unidos de esa época. Ahora está tomada por Random House.

De todas mis andanzas por América Latina conocí a un personaje llamado Iván Illich, un croata universal. Él había sido educado en Roma y hablaba muchos idiomas, era un sacerdote de Nueva York y fue vicerrector de la Universidad Católica de Puerto Rico. Illich formó un centro de Estudios en Cuernavaca, México, que durante muchos años fue muy importante para el encuentro de las dos Américas. Tanto para el norte como para el sur.

Estando en la casa de Illich en Cuernavaca, Walter Bradbury, que era el editor Senior, le dijo a Illich que estaba buscando quién le pudiera escribir el texto biográfico de Camilo Torres. Yo sabía que en Colombia nadie quería hacer el texto porque se pensaba que era un tipo que se chifló y se fue para la guerrilla y fue algo fugaz.

Acá del tema se habló dos meses; pero en el exterior fue un gran estruendo, por la manera y las condiciones en las que murió, además porque eran los años del final de los 60 y eso causó un gran impacto. Por eso una editorial norteamericana estaba buscando alguien que escribiera el libro y no una editorial colombiana.

En Estados Unidos estaban interesados porque veían que la historia era la vida de un cura importado y es que en Colombia se tiene esa costumbre, que por lo que viene de afuera- del exterior- es de buen recibo en este país. Yo estaba coincidencialmente en la casa de Ilich y ahí me encargaron la escritura de ese texto.

¿Cómo arrancó en la búsqueda de las fuentes para hacer el libro y cuánto tiempo le tomó escribirlo?

Arranqué ubicando a la gente más próxima a Camilo en Colombia. La verdad fue muy poco. Empecé en el 69 y el libro fue publicado en el 75. Además, yo no estaba dedicado a escribir al libro. Yo andaba dedicado a hacer la revolución con el grupo Golconda, con el Frente Unido, donde hacía los textos y trabajaba en la revista Alternativa, que arrancó en el 74.

¿En esa época de Alternativa usted consultaba a Gabriel García Márquez como fuente, ya que Torres fue el que bautizó a Rodrigo, su primer hijo?

Con Gabriel García Márquez estuve en el 73, porque él estaba en Bogotá por el rodaje de unas de sus películas. Recuerdo que era La mala hora. Él me llamó para que habláramos. Yo fui y me dijo: «Joe, yo sé que tú estás escribiendo un libro de Camilo Torres. Pues yo te compro los derechos y lo firmo», pero lo dijo mamando gallo. Después del chiste, me dijo Gabo que él había concebido hacer una especie de diario de Camilo en el monte, porque ellos se habían conocido en la época de la Universidad Nacional en primer año de Derecho. Además, de hecho, Camilo Torres y Luis Villar Borda publicaron poemas de Gabriel García Márquez en un periódico llamado La Razón en Bogotá.

En esa misma cita Gabo me dijo que si le podía ayudar a conseguir las fuentes y yo, que no soy tan bobo, no quise compartir mis fuentes con otro autor. Le dije, «Gabriel, la verdad tengo muy pocas fuentes y son muy difíciles de conseguir. Porque es que los del ELN piensan que soy de la CIA y el DAS está convencido de que soy del ELN». Le comenté que a él le quedaba más fácil porque era un escritor de izquierda, reconocido y colombiano, que de seguro le abrirían las puertas.

¿Cómo fue ese contacto con Isabel, la mamá de Camilo Torres?

Isabel y yo nos conocimos y nos hicimos muy amigos en Bogotá, cuando vino en el año 70 porque ella estaba viviendo en Cuba. Después yo fui a La Habana en 1972. Allá pasé mucho tiempo con ella.

¿Cómo recuerda usted a Isabel y cómo fue ese trato con usted?

Yo la quise mucho y ella a mí. Era una mujer muy simpática y muy aguda. Era aguda en su inteligencia y en su humor.

Se dice que usted escribió una parte del libro de Camilo en Chile.

No es tan cierto del todo. Estuve en Chile un breve momento escribiendo unas pocas páginas del texto de Camilo. Lo que pasa es que cuando fui a Cuba, en el año 72, me tocó hacer una cosa que era estratégica para que no te ficharan los de la CIA en el aeropuerto de Panamá. Había que viajar de Colombia a Chile para ir a Cuba, y te venías de Cuba hasta Chile; porque en México, que era otra ruta para venir hasta Colombia, estaban los agentes de la CIA y ahí te reseñaban.

Hablando del libro de Camilo, ¿cómo logra reconstruir su infancia?

La infancia la construí con Isabel en su gran mayoría. Aunque en el texto la infancia también incluye su juventud. Yo contacté a varios excompañeros del colegio Liceo Cervantes de Bogotá y después los que estuvieron con Camilo en la universidad. Lo del hogar sí fue la mamá.

¿Cómo le ayudó Gerda, la hermana de Camilo, en la construcción del texto?

Ella me ayudó enormemente. Camilo nació el día en que ella estaba cumpliendo 13 años y ella hizo en un cuaderno unas notas en alemán, que me dejó leer y pude ver lo que ella sentía y vivió ese día. Es que es por eso que el libro se lee como novela, porque yo tuve acceso a las fuentes inmediatas y eso fue una gran fortuna.

Respecto a la época de la juventud y de la universidad, ¿con quién la reconstruyó, cuando decidió que iba a ser abogado y luego seminarista?

Sin duda, fue Luis Villar Borda. Camilo fue muy amigo de él y se conocieron desde la Universidad Nacional. En la época del Seminario Conciliar de Bogotá me ayudaron varias personas como Gustavo Pérez, que estuvo con él en el seminario y luego en Lovaina estudiando. También un sacerdote de apellido Triana que ya falleció, Noel Olaya que era mucho más inconforme y contestario, realmente más que Camilo en las épocas del seminario.

Otro cura de apellido Williamson. Recuerdo muy bien a un cura paisa llamado Vicente Mejía, quizás el más incendiario. Estaba en Bogotá y le pregunté por Camilo Torres y me dijo que Camilo era el típico petulante bogotano. Algunas personas se fastidiaron porque yo digo en alguna página que Camilo era un cura marrullero, como eran los Torres Umaña en esa zona cundiboyacense. Eso molestó muchísimo.

¿Si usted hubiera tenido la oportunidad de entrevistar a Camilo Torres, sobre qué cosas le habría preguntado o le indagaría?

Le habría preguntado: «¿para qué se va al monte?» Pero la verdad tuve una gran ventaja de no conocer a Camilo, porque estaba haciendo una biografía y no la semblanza de un amigo. Entonces partí de la hoja en blanco, en la que existe obviamente una admiración sin preconceptos sobre él, y construí la imagen a partir de lo que me dijo mucha gente. Lo mejor era que no todos coincidían con él.

¿Cómo reconstruye usted la época del paso de Camilo en el Frente Unido y después su paso a la guerrilla?

Después de mucho esfuerzo y mucha persistencia en la búsqueda de las fuentes, logré contactar a dos guerrilleros que estaban en el monte en Patio Cemento. Uno de ellos era Julio Portocarrero, un caleño que en la guerrilla se llamaba Juanito. El otro era una persona que le decían el ‘Pelé’ Vargas, que era de San Vicente de Chucurí. El otro lo conseguí en la cárcel La Picota en Bogotá. Accedí a él con muchas cartas que le envié con una hermana y ella me llevó y me aceptó una charla. La verdad, la gente no quería hablar. Yo estuve dos veces en La Picota y fue maravilloso hablar con Pedro Vargas, de verdad. Con él pude reconstruir el tema de la emboscada.

Después el general del Ejército, Álvaro Valencia Tovar, quien fue director de la Escuela de Cadetes, me ayudó a reconstruir el momento del enfrentamiento. Dibujó un croquis en el que establecía cómo fue el tema de la emboscada y los soldados, y ese mapeo coincidió con lo que me contó Pedro Vargas en La Picota.

Por eso decidí abrir el libro con el combate de Patio Cemento contado por los militares, y en el final del libro se cuenta lo mismo, pero por los guerrilleros. Con los militares tuve una gran fortuna, porque tuve un amigo que me consiguió un expediente en un juzgado donde los soldaditos que estuvieron en ese territorio rendían informe ante un juez del circuito de El Centenario, que es el corregimiento de San Vicente de Chucurí, y cada uno contaba lo que estaba pensando y lo que estaba haciendo en el momento de los hechos, de cómo se desató la balacera.

Por eso es que puedo contar desde adentro cómo fue que sucedieron los hechos, porque estoy en la mente de los soldaditos. Si los hubiera encontrado 10 años después, no habría sido lo mismo, pero ellos aún estaban con el impacto y por eso el día anterior estuvieron a punto de perder la vida. Es que la gente no puede creer que no pude conocer a Camilo y de verdad que no me hizo falta.

Si Camilo Torres estuviera vivo, qué habría pasado con el dentro del ELN. ¿Se habría quedado o…?

Creo que eso es entrar en esos terrenos hipotéticos y se puede decir cualquier cosa, como qué habría sido de Camilo si no hubiera ido a la guerrilla. Pero la verdad, si no hubiera muerto en ese combate, se habría salido rápidamente, o lo habrían fusilado por órdenes de Fabio Vásquez por antirrevolucionario; porque la gente que pensaba y cuestionaba la conducción del grupo, como Víctor Medina Morón, Julio Cesar Cortés, Jaime Arenas, todos ellos fueron fusilados porque pensaban distinto a Fabio. Es más, Camilo tuvo mucha suerte de no pasar por eso.

¿Cómo es la relación de la familia de Juan Manuel Santos con la de Camilo Torres?

La verdad, no la conozco. Sé que Camilo Torres estaba oficiando el matrimonio de una pareja de la alta sociedad bogotana que estaba emparentada con la familia Santos Calderón y Camilo era el oficiante. Que yo sepa de la relación, no hay nada.

Lo que sí sé es que hubo una relación próxima de la familia del general Álvaro Valencia Tovar con los Torres Restrepo y se sabe que lo quiso mucho. Valencia me dijo que Camilo dictaba clase de religión a personas del Cantón Norte que estaban en esa época y ahí era pichón de cura. Pero cuando Camilo fue director del Instituto Social de la ESAP, invitó a Valencia Tovar para hablar con él y programar un proyecto de educación de los militares, los soldados y oficiales, para que tuvieran acceso a técnicas de cómo generar el cariño y la admiración de la población con educación. Valencia Tovar era un militar diferente a los del montón y era pensante. Era un intelectual dentro de las Fuerzas Militares. Además tenía la idea de que habría que ganar la mente y el corazón de los ciudadanos, y no lo que hacen los militares al generar un antagonismo y odio hacia la población por parte de las Fuerzas Armadas. Era necesario ganar la confianza. De hecho yo lo escribo en el libro.

¿Cómo fue recibido el libro en Estados Unidos?

El libro pasó sin pena ni gloria, porque era que a finales de los años 70 había mucha convulsión en Estados Unidos y aunque le hicieron muchas reseñas, el texto tuvo muy poca circulación. En ese país el texto fue titulado: Camilo Torres, la biografía del sacerdote guerrillero.

¿Quién hizo la primera edición y quién la publicó?

Fue publicado por primera vez por Grijalbo en Barcelona y simultáneamente se hizo en México en 1977. En Colombia lo publicó un año después el Círculo de Lectores, que además no fue muy buena edición, porque tiene muchos errores.

¿Cuántas ediciones legales ha habido en Colombia y en el mundo?

Que yo sepa, como unas nueve. Ha sido traducido del español al inglés, lo traduje yo mismo. Aunque sé que ha sido pirateado y fueron los mismos ‘elenos’.

¿Ahora que se está hablando de las exhumaciones del cadáver de Camilo Torres, dónde cree usted que esté el cuerpo de Camilo Torres?

De Patio Cemento se llevaron los cuerpos para Bucaramanga y allá ha estado enterrado. Es más, el gobierno sabe dónde está el cuerpo. El presidente Santos y los militares saben dónde está el cuerpo de Camilo. Porque al otro día del anuncio de la orden de buscar el cuerpo, ya lo estaban exhumando. Las autoridades establecieron que el público no debería saber dónde estaba y ellos sí sabían. Supongo que el cuerpo está en Bucaramanga en un mausoleo de los militares que hay en esa ciudad.

¿En qué van a terminar los acercamientos de diálogo con el ELN?

La verdad, eso es muy difícil que se concrete.

Sabemos que el libro de Camilo va a la pantalla. ¿Cómo va eso?

Yo me gané una beca de Pro-Imágenes para hacer el guion. Se va a hacer una mejoría al texto con los estímulos del ministerio de Cultura y con ese recurso se va a hacer una película sobre la vida de Camilo Torres. Se llamará Camilo. Aún no sé quién quisiera hacerla. Toca mirar quién se interesa. Una cosa es el guion, otra cosa es el director y otra distinta es el productor, que puede conseguir el dinero para hacer la película.

@luchoceliscnai

* Imagen de portada, tomada de https://sugov.co/

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